No hay que ser
clarividente, ni medianamente inteligente, para afirmar que James Wan tiene la
mano rota para aunar comercialidad y excelentes resultados en taquilla en todas
y cada una de sus incursiones en el género. Esta situación no es ajena, ni
mucho menos, al lamentable estado del cine fantástico actual, donde los remakes
y secuelas abundan demasiado y las incursiones fuera de estos parámetros son (con
dignas excepciones) de una simpleza argumental que tira de espaldas, por lo
que, en consecuencia, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. El cine de
Wan, sobre todo en los últimos tiempos, no es más que una perfecta madeja de
notorias influencias ensamblada y maquillada para asombrar a nuevos seguidores
del cine de terror, bien dotado técnicamente, sus películas son alarmantemente
huecas y predecibles, y ni siquiera el constante desfile de guiños a películas
anteriores salva al aficionado un poco veterano de sufrir molestos picores y
accesos de erupciones cutáneas varias.
Expediente
Warren: The Conjuring, película que hoy nos ocupa, parte de los archivos de la
famosa pareja de investigadores de lo paranormal Ed y Lorraine Warren (Lorraine
colaboró en la película como asesora), y se centra en uno de sus casos más
famosos y terroríficos: los terribles acontecimientos sobrenaturales que la
familia Perron sufrió en sus carnes al mudarse en el año 1971 a una granja
colonial en Harrisville, Rhode Island. La familia Perron fue acosada por
diferentes entidades, siendo la más maligna un espíritu, identificado en una
sesión de espiritismo, con el nombre de Betsabé, mujer que según la leyenda
local era sospechosa de ser una bruja y acusada de ser la responsable de un
buen puñado de muertes misteriosas, incluido el sacrificio de un niño como
ofrenda al diablo. Estas sospechas se alargaron en el tiempo hasta su muerte,
ocurrida en el año 1885, pero las muertes violentas no dejaron libre del
maleficio a la propiedad, ya que posteriormente se documentaron suicidios,
envenenamientos, la violación y asesinato de una niña de 11 años y algunos
sucesos más. La familia Perron solicitó la ayuda del matrimonio Warren para
intentar acabar con el acoso, pero éstos (contrariamente a lo que se explica en
el film) no consiguieron ningún resultado positivo. La familia vivió durante
una década más en la propiedad y una de sus integrantes escribió posteriormente
el libro 'House of Darkness, House of Light', el cual sirvió como base para
elaborar el guión del film.
Pasemos al film
en sí mismo, lo primero que destaca es el clasicismo que empapa todo el metraje,
se intenta crear una atmósfera ominosa que vaya en un continuo 'in crescendo'
hasta desembocar en el exorcismo final, alejándose premeditadamente de recursos
más físicos o facilones durante buena parte del film, este clasicismo formal en
el planteamiento es de agradecer, pero yo creo que se debe más a una notoria
falta de ideas antes que a una necesidad artística de su realizador, no se...
es una sensación y no puedo deshacerme de ella; el segundo punto a destacar es
la soberbia utilización de la banda sonora, pródiga en ruidos, susurros y demás
recursos para asustar al personal con medidos golpes de efecto, nada nuevo bajo
la luna pero no obstante muy bien utilizado; también resaltan por derecho
propio los 'homenajes' o 'guiños' a otros films de género: Al final de la escalera
(The Changeling, 1980) de Peter Medak, Terror en Amityville (The Amityville
Horror, 1979) de Stuart Rosenberg o El Exorcista (The Exorcist, 1973) de
William Friedkin, pasan por las manos de Wan y se integran dentro de la
historia de una manera un tanto forzada, dando la sensación de que son
utilizados más como salvavidas en momentos de zozobra argumental o pérdida de
perspectiva antes que como un homenaje honesto y desinteresado al género. El
film, como hemos comentado anteriormente, es bastante lento y falto de carnaza
sanguinolenta (esto último se convierte en uno de los pocos aciertos que
ostenta), eso no quita que en la parte final se desate un pequeño torbellino de
acción que entronca directamente con el film de Friedkin; a tenor de lo
expuesto es justo decir que la falta de intensidad y la nula capacidad de
asustar (los sustos son pocos y previsibles) lastran considerablemente los 112
minutos de la obra, dejando una carcasa vacía, hueca de contenido interesante,
pero que encaja perfectamente en los parámetros del moderno cine de terror
actual. Como punto final comentar que el final abierto da pie a la posibilidad
de una secuela, elemento que deja sumamente claro las intenciones mercantiles
del invento en cuestión.
Las
interpretaciones son bastante justitas, aunque podemos destacar la etérea
presencia de Vera Farmiga que da vida a Lorraine Warren. Fotografía, dirección
y efectos a la altura de una producción de 20.000.000 de dólares.
En definitiva,
The Conjuring no es la obra maestra que todo el mundo proclama a los cuatros
vientos, es una película correcta para los tiempos actuales pero que no puede
resistir ninguna comparación con largometrajes anteriores, sirviendo como
ejemplo perfecto de autocomplacencia creativa. Como queda claro el señor Wan no
está entre mis directores preferidos, pero en mi defensa puedo decir que
siempre me decantaré por un alegre y jugoso chuletón antes que por un triste e
insípido plato de judías verdes, siendo uno básico como comida principal y el
otro (también básico) pero como acompañante, nunca como plato principal.
Saludos
amigos/as de El Terror Tiene Forma.