A Val Lewton (1904-1951) ya sea en su faceta de productor, de guionista o combinando ambas funciones, le debemos películas tan importantes para el devenir del cine de terror / fantástico como La mujer pantera (The cat people, 1942), Yo anduve con un zombie (I Walked with a zombie, 1943) o El ladrón de cuerpos (The body snatcher, 1945). La película que hoy nos ocupa, sin ser tan conocida como las anteriormente mencionadas, bien merece un pequeño repaso. Bedlam está rodada como una obra de teatro, basada en una serie de grabados, ocho en concreto, titulados “A rake’s progess”, realizados por el pintor William Hogarth (1697-1764), donde se nos presenta la disoluta vida de Tom Rakewell el cual malgasta toda su fortuna en el juego, las prostitutas y acaba sus días ingresado en un sanatorio mental (Bedlam, por supuesto); parte de estos grabados son utilizados a lo largo del metraje como complementos visuales. La historia tiene como eje principal o hilo conductor un acontecimiento histórico, partiendo de esta premisa el argumento se desarrolla a partir de las coordenadas habituales en un melodrama de época, ahora bien, la inclusión de diferentes elementos y géneros que salpican todo el metraje, añaden no pocos puntos de interés para los aficionados al género fantástico y de terror. El film supuso la última colaboración entre Karloff y Lewton, cerrando, también, el vínculo profesional de éste último con la RKO, productora del film.
Para adentrarnos en el film es conveniente una pizca de contexto histórico: el Bethlem Royal Hospital fue el primer gran hospital en Gran Bretaña destinado a tratar a la gente con problemas mentales. A lo largo de su trayectoria las buenas intenciones de sus valedores iniciales fueron degenerando sustancialmente, siendo los pacientes allí ingresados, obligados a vivir en unas condiciones absolutamente insalubres y denigrantes, así mismo eran tratados con una brutalidad inhumana. El sanatorio estaba a cargo de un guardián que gestionaba y cobraba por los “servicios” allí prestados, también controlaba las visitas de la gente “normal”, que por un mísero penique podían visitar las instalaciones y reírse a gusto de los internos. En el año 1598 una inspección reveló la negligencia en la gestión, a partir de ese momento las autoridades, poco a poco, fueron reconduciendo la situación.
Uno de los grabados de William Hogarth |
El film adapta estos acontecimientos históricos y nos presenta el siguiente guión:
la película nos cuenta las andanzas de Nell Bowen (Anna Lee), una joven e inteligente actriz, que bajo el amparo de Lord Mortimer (Billy House), pasa sus días instalada en la opulencia y el egoísmo que ostenta sin pudor su protector. A raíz de la extraña muerte de un poeta al intentar escapar del asilo de Bedlam, Lord Mortimer amigo de la víctima, convoca a George Sims (Boris Karloff), guardián de la institución, para interrogarle sobre los sucesos acaecidos. Sims convence a su interlocutor de que todo ha sido un accidente y aprovecha para convencerle de representar una obra con los internos del manicomio para su deleite y el de sus invitados, en una fiesta a celebrarse pocos días después, a lo cual Lord Mortimer acepta gustoso. Durante la celebración de la fiesta, uno de los internos, cuyo cuerpo ha sido cubierto completamente de pintura, muere en la representación. La joven Nell, impresionada por el suceso, decide emprender una campaña para intentar mejorar las condiciones de vida y el trato que se les da a los internos. Para esta misión contara con la ayuda de William Hannay (Richard Fraser), un cuáquero que le enseña el valor de la vida y la libertad. Por supuesto el taimado y peligroso Sims, intentará por todos los medios evitar tal situación.
Esta es a grandes rasgos la sinopsis del film, como podéis ver el argumento se aleja de los parámetros habituales que hasta ese momento tantos éxitos le habían dado a Lewton y a la RKO. Alejándose de los temas sobrenaturales, este film se sustenta sobre un melodrama gótico, donde la inquietud y el terror surgen de las acciones de los hombres: el egoísmo, la avaricia, el poder, la crueldad, el maltrato se convierten en los instrumentos argumentales para desarrollar una historia que pone los pelos de punta. Estos elementos usados son muy cercanos a nosotros, demasiado reales, los monstruos en este caso no llevan careta, no tienen deformación física alguna, son personas crueles y frías que se aprovechan de su estatus o del momento para enriquecerse, auténticos depredadores que destrozan a los seres humanos que se interponen en medio de su camino o de sus intereses.
Durante la primera parte de la película tanto su realizador, Mark Robson, como su guionista Lewton (bajo el pseudónimo de Carlos Keith) nos muestran sin artificios ni engaños la deplorable situación de los internos y la crueldad de los que rigen sus existencias; punto y aparte merece el retrato que se hace de la burguesía, unos aristócratas aburridos, que encuentran su diversión en la desgracia ajena y a los cuales no impresiona la muerte de un semejante. A partir de la media hora, que coincide con la repentina concienciación social de la protagonista, la película explota más su lado melodramático e incluso romántico (el romance entre el cuáquero, interpretado por un más que correcto Richard Fraser, y Nell), paralelamente la tela de araña tejida por Sims toma forma y su maquiavélico plan da sus primeros frutos. La parte final de la película tiene un ritmo alto, los sucesos y acontecimientos se suceden sin tregua hasta un brutal final, que, por supuesto, no voy a desvelar.
La labor del gran Boris Karloff es perfecta, alejándose del estereotipo de malvado que él mismo se había encargado de fabricar, el actor recrea en esta producción a un villano lleno de matices no demasiado habituales en este tipo de producciones, que le dan una profundidad inusitada y en ciertos momentos lo acercan al espectador. Sims es inteligente, brillante e incluso sensible (a su particular manera, claro), pero también taimado, cruel y completamente amoral, sus motivaciones son muy terrenales, girando todas sus preocupaciones en un solo sentido: preservar su poder y estatus privilegiado y conseguir considerables beneficios a costa de sus internos. Karloff comprendió por completo su papel y lo que se pretendía de él, realizando una interpretación llena de poder, exprimiendo todos sus registros, buscando y explotando todos los ángulos interpretativos que necesitaba para darle vida y consiguiendo crear un personaje antológico e icónico para deleite de todos los aficionados al cine de terror, pues Karloff y su personaje son la esencia del componente terrorífico dentro del film. Puedo afirmar, sin dudas, que este personaje está por derecho propio entre las cinco mejores interpretaciones del genial actor.
Unos brillantes diálogos, junto a unas actuaciones ajustadas a los personajes y sus motivaciones, logran que este film, de densa atmósfera y efectivo contenido, pueda considerarse un brillante, y clásico, ejercicio de cine de terror enmascarado de melodrama concienciado. Como puntos flacos, se pueden mencionar el excesivo toque teatral en algunas secuencias, con el consiguiente ritmo algo cansino y lento, y la excesiva inocencia de algunas de sus secuencias. De todas maneras la película es muy digna, aprovechable y, aunque, sólo sea por ver a Karloff en acción ya merece la pena. Completamente recomendable para todos los aficionados al séptimo arte, que no se asusten ante historias contadas y filmadas con tempos más tranquilos, que gozan de guiones muy completos, con actuaciones sobrias y sólidas, en definitiva con conceptos artísticos a años luz de la gran mayoría de películas realizadas hoy en día. Buen cine de terror clásico que, curiosamente, conserva bastante vigente su discurso de denuncia social.
Un saludo desde el sanatorio.
Ficha Técnica
Año: 1946 / Director: Mark Robson / Productor: Val Lewton / Guión: Val Lewton, Mark Robson / Fotografía: Nicholas Musuraca / Música: Roy Webb / Dirección Artística: Albert S. D’Agostino, Walter E. Keller / Decorados: Darell Silvera / FX: Vernon L. Walker / País: USA / Duración: 79m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.37: 1 / B/N
Ficha Artística
Boris Karloff, Anna Lee, Billy House, Richard Fraser, Glen Vernon, Ian Wolfe, Jason Robards Sr., Leyland Hodgson, Joan Newton, Elizabeth Russell. Sin acreditar: Polly Bailey, John Beck, Hamilton Camp, Robert Clarke, Ellen Corby, Frankie Dee, Bruce Edwards, Betty Gillette, John Goldsworthy, Harry Harvey, Vic Holbrook, George Holmes, John Ince, Jimmy Jordan, Skelton Knagss, Donna Lee, Nan Leslie, James Logan.
Año: 1946 / Director: Mark Robson / Productor: Val Lewton / Guión: Val Lewton, Mark Robson / Fotografía: Nicholas Musuraca / Música: Roy Webb / Dirección Artística: Albert S. D’Agostino, Walter E. Keller / Decorados: Darell Silvera / FX: Vernon L. Walker / País: USA / Duración: 79m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.37: 1 / B/N
Ficha Artística
Boris Karloff, Anna Lee, Billy House, Richard Fraser, Glen Vernon, Ian Wolfe, Jason Robards Sr., Leyland Hodgson, Joan Newton, Elizabeth Russell. Sin acreditar: Polly Bailey, John Beck, Hamilton Camp, Robert Clarke, Ellen Corby, Frankie Dee, Bruce Edwards, Betty Gillette, John Goldsworthy, Harry Harvey, Vic Holbrook, George Holmes, John Ince, Jimmy Jordan, Skelton Knagss, Donna Lee, Nan Leslie, James Logan.