John Hough, excelente realizador a reivindicar, que ya había dejado para la posteridad pruebas de su buen hacer profesional en películas como Drácula y las mellizas (Twins of evil, 1971) o la excelente La leyenda de la mansión del infierno / The legend of hell house (1973), dirigió en el año 1988 un film extraño, perverso y absolutamente demencial que responde al título de American Gothic, en nuestro país estrenado con el absurdo título de Escóndete y tiembla, y que actualmente, todavía, permanece olvidado por una gran mayoría de aficionados.
Escóndete y tiembla es un film que se mueve por los caminos mil veces transitados del llamado terror rural o American Gothic para nuestro amigos americanos, por lo tanto la situación presentada durante el metraje no sorprenderá, en un principio, a nadie, pues se nutre, para hilvanar la historia, de muchos de los tópicos ya vistos y asimilados anteriormente en películas como La Matanza de Texas (The texas chainsaw massacre, 1974) o Motel Hell (1980). Así pues, una extraña y disfuncional familia, un entorno rural y apartado (en este caso una isla) y un grupo de amigos/as perdidos en ese entorno, son los elementos que se nos presentan para desarrollar una perversa historia de locura y muerte que sobresale de la media gracias al tratamiento, más psicólogico que explícito, de un film que se convierte por derecho propio en un rara avis cinematográfico que se degusta con sumo placer. Pero vamos por partes y para eso nada mejor que una pequeña sinopsis: Cynthia (Sarah Torgov) ha estado ingresada, durante un año, en un sanatorio mental, debido a la muerte de su bebé en un terrible accidente doméstico del cual ella se siente responsable. Los doctores deciden que lo mejor para acabar de restablecerse es integrarse otra vez a la vida normal. Su marido, Jeff (Mark Ericksen) le propone realizar un viaje a una isla que anteriormente ya habían visitado en la cual ella había sido muy feliz. Junto a unos amigos se embarcan en un hidroavión e inician el viaje. La avioneta se estropea y tienen que amerizar en una isla completamente desconocida y aislada en medio del Pacífico. Los intentos por arreglar el aparato son infructuosos y deciden investigar la isla. Una apartada casa en el centro les da refugio, pero la casa no está deshabitada y sus ocupantes, que sólo responden a los nombres de Papá (Rod Steiger) y Mamá (Ivonne De Carlo), son bastante extraños. Invitados por la pareja deciden pasar la noche en el lugar. Al día siguiente descubrirán los terribles secretos que se guardan entre esas paredes, entre ellos los estremecedores hijos de Pa y Ma.
Nada nuevo bajo el sol con el argumento en sus líneas básicas, pero amigos, el tratamiento dado a la historia, algunos giros en el guión y la interpretación de sus actores principales son harina de otro costal. Vamos por partes, John Hough y Harvey Harrison (director de fotografía) realizan un trabajo brutal en sus respectivos menesteres; Hough rueda con ritmo pausado y sin estridencias, se fija en los detalles y conscientemente, deja que la claustrofobia y la tensión se hagan dueños y señores de todo el metraje, en un trabajo de dirección que entronca directamente con el realizado en La leyenda de la mansión del infierno. Este sentido del ritmo y la fijación por conseguir que las situaciones presentadas crezcan lentamente pero sin pausa, es uno de los puntos más notorios y definitorios de la película, os puedo asegurar que la aparente inocencia inicial pronto, y gradualmente, se va convirtiendo en una desasosegante pesadilla de tintes bizarros que roza la más pura maldad. El trabajo en la fotografía también es muy importante, a imagen y semejanza de La matanza de Texas, la película está fotografiada con algo de saturación, este truco envejece y rebaja un poco el tono de los colores, siendo el resultado final una imagen muy realista, que consigue una sensación de verosimilitud muy inquietante y cercana al tono de un documental, efecto que aumenta, aun más, la sensación de angustia en el espectador.
También conviene destacar el trabajo realizado por los guionistas Burt Wetanson y Michael Vines, partiendo de las premisas básicas ya mencionadas, van incorporando al cuerpo central de la trama pequeños detalles y apuntes que provocan no pocas situaciones de puro terror, de esta manera el integrismo religioso de la pareja cobra mucha importancia, las leyes y educación que imperan en la casa son retrógradas y el resultado de las mismas se desvela ante los alucinados ojos del espectador cuando descubrimos, con toda su fuerza, al resto de integrantes de la peculiar familia. Este último punto es el elemento más recordado del film, los alegres retoños son en realidad adultos de 50 años que se comportan, y van vestidos, como si tuvieran 10, imbuidos por la educación que se les ha dado, dedican su vida a “jugar” y comportarse “bien” (según los patrones de sus padres, por supuesto) y se convierten, por derecho propio, en los protagonistas del film, sus retorcidos juegos son una muestra palpable de la demencia que rodea a la familia y dotan al film de un aire malsano difícil de superar. Estos “niños” son interpretados por Michael J. Pollard, William Hootkins y la tremenda Janet Wright, que con su personaje de Fanny personaliza toda la insana y esquizofrénica atmósfera que rezuma el film. Puedo asegurar que estos “niños” pasan directamente al olimpo de los personajes extraños y peligrosos, inolvidables es poco.
Rod Steiger e Ivonne De Carlo lucen muy bien, su veteranía suple algunas carencias de los otros actores, bastante más jóvenes e inexpertos. Por momentos, el tono tan extremo en sus interpretaciones roza el más malsano humor negro, circunstancia que, curiosamente, amplifica considerablemente los efectos inquietantes del film.
La película tiene un giro sorpresivo, más o menos pasada la mitad de la película, que no por esperado es menos efectivo y que conduce, desbocado, hacia un final poderoso y sin esperanza, que ensalza todavía más las virtudes de esta producción.
Señalar también que el cartel original rinde tributo al cuadro pintado por el artista Grant Wood en el año 1930 titulado, precisamente, American Gothic y que el paso de los años ha convertido en una imagen icónica del arte estadounidense del siglo XX, convirtiéndose en un referente reconocido a nivel mundial.
American gothic, no es una película gore aunque tiene algunas escenas sangrientas que aderezan ciertas secuencias específicas. El film destaca más como un malsano viaje a la locura, una pesadilla rural pletórica de mal rollo unida a una dura crítica al integrismo religioso más rancio.
Por todo ello este film merece estar en la videoteca de cualquier aficionado. Una película a revindicar sin dudas, que ofrece más de lo que parece y que desde El Terror Tiene Forma recomiendo encarecidamente a cualquier aficionado.
Un saludo desde la América profunda.
Ficha Técnica
|
Año: 1988 / Director: John Hough / Productor: Christopher Harrop, John Quested / Guión: Burt Wetanson, Michael Vines / Fotografía: Harvey Harrison / Música: Alan Parker / Maquillaje: Sarah Grundy, Gordon Kay, Sydney Silvert / FX: Allen Benjamin / País: UK, Canadá / Duración: 90m. / Formato: 35mm / Color
|
Ficha Artística
|
Rod Steiger, Ivonne De Carlo, Michael J. Pollard, Janet Wright, William Hottkins, Fiona Hutchison, Sarah Torgov, Mark Lindsay Chapman, Terry Kelly, Mark Ericksen, Caroline Barclay, Stephen Shellen.
|