La tradición oral de los cuentos,
ya sabéis esa imagen entrañable y evocadora del abuel@, padre o madre contando
un cuento a los niños para dormir, está siendo lentamente olvidada y absorbida
por los nuevos "cacharritos" electrónicos que prometen funcionalidades, sin fin,
sin las cuales es imposible vivir. Es una lástima pues los cuentos no son más
que una extensión de los mitos y leyendas que siempre han rodeado al ser humano,
convenientemente sazonados con una desbordante fantasía e imaginación; estas
pequeñas historias destilan, en su gran mayoría, el saber popular y la moraleja
instructiva, a la par que consiguen sembrar los amplios, y habitualmente
yermos, campos de nuestro cerebro de ilusión, magia y, por qué no… miedo.
El particular imaginario de los
cuentos alberga lobos, brujas malvadas, ogros, enanos, trolls, princesas ávidas
de rescate, niños aparentemente inocentes, robos, venganzas y, en bastantes
casos muertes y violencia; no una violencia explosiva y expansiva pero sí
efectiva que funciona como moraleja final de la historia. Esta breve
introducción viene a cuento y remolque de la película que hoy ocupa el post
central de El Terror Tiene Forma; no
es un film muy conocido pero estoy seguro de que a los aficionados al cine de los
años setenta les sonara bastante, me estoy refiriendo a ¿Quién mató a Tía Roo? (Whoever Slew
Auntie Roo?, 1972).
Esta película es una producción
de la AIP en
tierras inglesas siendo una adaptación bizarra del cuento Hansen y Gretel de los hermanos Grimm, con algún toque u homenaje añadido
a la influyente Psicosis de Hitchcock
y a La noche del cazador de Laughton.
De qué va: Inglaterra, años veinte. Los niños de un orfanato pasan el año pendientes de la invitación a pasar dos días por Navidad en casa de la Sra. Forrestt más conocida por Tía Roo (Shelley Winters). Esta viuda, un tanto excéntrica, aprovecha esas fechas para dar regalos, ofrecer una gran comida y atiborrar a los niños de golosinas y pasteles. Pero Tía Roo esconde detrás de esa amabilidad un desequilibrio mental provocado por la muerte de su hija ocurrida años antes, la culpa y el remordimiento asolan su psique, llegando al extremo de guardar el cadáver de su hija en el ático de su mansión. En la fiesta de ese año conoce a una niña que parece la re-encarnación de su hija. Tía Roo decide secuestrarla, pero el hermano de la niña sabe la verdad e intentará rescatarla.
La película fue dirigida por
Curtis Harrington, director estadounidense que, al igual que en otras de sus
películas, vuelve a impartir una magistral lección de destreza y dominio del
espacio / atmósfera, logrando que del film emane un aura de cuento perverso y
desbocado que sienta como anillo al dedo a la producción. La carrera de
Harrington tiene algunos puntos verdaderamente motivadores para el aficionado,
films como ¿Qué le pasa a Helen? (What’s
the Matter whit Helen?, 1971), Night
Tide (1961) o la famosa Planeta Sangriento (Queens of Blood, 1966), son muestras ineludibles del trabajo y
talento de este realizador, que sin grandes alardes técnicos pero escudándose
en el saber del artesano cinematográfico consigue resultados verdaderamente
excepcionales.
Es obvio que el film gira en
torno al desequilibrio mental de Tía Roo, suyo es el núcleo y suyas son las
escenas más recordadas, pero es curioso observar que el tratamiento dado al personaje
también lo presenta como una víctima de las circunstancias, perdida en los
recuerdos y los remordimientos Tía Roo es presa fácil de su entorno que explota
sin conciencia sus debilidades y manías; a esta situación se suma como
detonante para su atormentada mente la aparición de la niña que tanto le
recuerda a su hija y, sobre todo del hermano mayor, que narra (pasajes con voz
off) la historia de Hansen y Gretel, él es el que descubre el secreto de la
mujer y él es el que distorsiona la realidad acomodándola al cuento; de esta
manera una mujer sensible y atormentada se convierte en una bruja dispuesta a
engordar y devorar a los niños. Este tratamiento tan particular es el que
regala al film los mejores momentos, pues presenta a los niños sin la máscara
de la inocencia, vertiendo las dudas necesarias para jugar en todo momento con
las situaciones, Christopher (el niño) es perverso pues actúa en todo momento
con premeditación (solo hace falta ver el final del film), encuentra un secreto
y lo explota en su provecho, manipulando a su hermana menor y llevando a una
horrible muerte a la pobre mujer, ¿maldad en estado puro?
Es necesario remarcar la
actuación de Shelley Winters, ella solita aguanta toda la historia, logrando
que su personaje pase por toda clase de registros, emociones y situaciones y
sea, sin embargo, completamente creíble. Tía Roo por momentos es patética, por
momentos da un miedo de la ostia para a continuación emocionar por su debilidad
y desorientación, todo ello regado con algún momento de socarrón humor negro
que sienta muy bien al global del film.
Obsesión, esquizofrenia, médiums,
mansión misteriosa y por momentos terrorífica y unos niños que abrazan con toda
la “inocencia” el mundo de los adultos, haciéndonos cuestionar la pureza
intrínseca en esas edades; éste es el crisol que nos ofrece la película y para
rematar la faena todo ello está envuelto en una perfecta y ajustada fotografía
y en una muy buena banda sonora. ¿Se puede pedir más a un producto de estas características?,
yo creo que no, por lo que no dudo en recomendar su visionado a cualquier
aficionado al fantástico con solera.
¿Quién mató a Tía Roo? puede clasificarse como un mini clásico del
cine de suspense con atmósfera, es también un digno representante del cine que
se hacía en los setenta y es sobre todo un ejemplo perfecto de trabajo bien
realizado
Bueno amigos/as de El Terror Tiene Forma voy a ver si
alguien tiene a bien contarme un cuento
para dormir, o no…