Nueve la mataron, nueve morirán, ¡nueve malditos para la eternidad!
El abominable Dr. Phibes es un extraño y fascinante film, que mezcla, en eficaces proporciones, diferentes géneros o estilos cinematográficos, para obtener un resultado final que el paso de los años ha convertido en objeto de culto y, paralelamente, en una de las interpretaciones más recordadas del grandioso Vincent Price.
La película narra la venganza del Doctor Phibes (brillante músico y doctor en teología) sobre el equipo médico (nueve personas) que no pudieron salvar la vida de su esposa, Victoria Regina Phibes, que falleció en la mesa de operaciones. Phibes, horriblemente desfigurado debido a un accidente de coche en el cual se le dio por muerto, planea los crímenes basándose en las plagas que sufrió Egipto mencionadas en el Antiguo Testamento. Robert Fuest fue el encargado de llevar a la gran pantalla este guión de James Whiton y William Goldstein, que si bien no resalta por su originalidad, sí que es suficientemente atractivo para desarrollar una historia donde el terror y la comedia negra, ácida y con bastante mala leche, se dan la mano, construyendo sobre esos pilares una parodia de los films de género, que, no obstante marca su propio camino en paralelo, consiguiendo tener vida propia y creando una película con muchos puntos de interés.
A simple vista Price, parece el único motor o soporte para aguantar el filme, es lógico pensar esto, el actor se muestra poderoso, expresivo y pletórico, regalando, a pesar de las limitaciones expresivas de su personaje, todo un repertorio de sensaciones y sentimientos, que logran que el espectador comprenda e incluso apoye a Phibes, justificando la cruel venganza y los horrorosos crímenes cometidos en nombre de la obsesión y el amor. Pues no nos engañemos, aunque oculto, el verdadero eje de la película es el amor obsesivo, más bien enfermizo, y la locura inherente en este tipo de conducta, siendo un homenaje retorcido a El fantasma de la ópera y las implicaciones de la venganza como válvula de escape y justificación de los actos criminales. El monstruo se disfraza de ser humano, una máscara reconstruye la cara de Phibes previa al accidente, y nuestro buen doctor, escondiendo su deformidad, deja relucir su sadismo y sed de venganza. Dejándonos de rollos analíticos, lo cierto es que Price, compone uno de esos personajes espectaculares, donde, más comedido de lo habitual en él, da rienda suelta a todo su talento natural. Los villanos a los que acostumbraba a dar vida éste actor son, de largo, de los más recordados por los aficionados; son creaciones elegantes y estilizadas que, no obstante, tocan todos los registros de la maldad y la locura con una facilidad pasmosa.
Acompañando a Vincent Price nos encontramos con un reparto secundario inusualmente potente, Joseph Cotten, Hugh Griffith o Peter Jeffrey, dan el oportuno contrapunto a las andanzas de Phibes, llenando todo el metraje y ofreciendo no pocos momentos para recordar.
Pero como ya he comentado, El abominable Dr. Phibes, no se basa solamente en la interpretación de los actores; dotada de un extravagante sentido visual, que combina colores muy vivos (influencia notable de la cultura pop), con elementos de diseño inspirados claramente en los estilos “Art Deco” y “Art Nouveau” (la película está ambientada en los años 20, por lo que la concepción estilística en los decorados queda plenamente justificada), convierten el film en un auténtico festín que no desentona para nada con el aire extraño y bizarro de su argumento. Fuest maneja con sabiduría los contrastes visuales, el derroche de color y los excéntricos vestuarios, consiguiendo que se integren perfectamente en la acción, y dando, principalmente en las apariciones de Phibes y su ayudante Vulnavia, un aura irreal que los envuelve, engrandeciendo su presencia en pantalla. La música también tiene un peso específico en la película, compuesta por Basil Kirchin, es la encargada de cubrir las escenas sin diálogo (por ejemplo los 10 minutos iniciales del film), realzando la presencia y malignidad del personaje central.
La estructura de la película está concebida alrededor de los asesinatos, por lo tanto tenemos pequeñas historias independientes conformando una historia global, permitiendo al director darle un ritmo alto (no exento de carencias) que no se entretiene en profundizar en las investigaciones policiales (demasiado inocentes, en todo caso, y fuente de bastantes gags a lo largo del metraje). Estos crímenes son las secuencias más recordadas del film, la singularidad de los mismos regala escenas antológicas para los aficionados, entre las que podríamos destacar la muerte de Hargreaves (Alex Scout) en la cual su cráneo es aplastado lentamente por una máscara de rana, o la de la enfermera Allen (Susan Travers) que es devorada, mientras duerme, por una legión de langostas. Fino estilista de la muerte el Dr. Phibes.
Macabra y surrealista, El abominable Dr. Phibes no es una película perfecta (dista mucho de ello), pero es innegable que ejerce una poderosa fascinación en el aficionado al género, fascinación que proviene de su arriesgada propuesta visual y de la excelente composición del villano realizada por Price, si a estos elementos le unimos el sadismo y el marcado humor negro que rebosa por los cuatro costados, es indudable que tenemos delante una auténtica joya de los años setenta y un tótem inamovible del cine de terror. Es aconsejable, para disfrutar plenamente de ella, pasar de puntillas por los innumerables errores de guión y por algunas escenas intrascendentes o gratuitas, dejándose llevar por la imaginativa y bizarra propuesta, una cosa es segura: no deja indiferente.
La película fue producida por Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson para la AIP, a pesar de que en su estreno la película cosechó buenas críticas por parte de la prensa especializada, la carrera comercial no fue para tirar cohetes, sin embargo tuvo una continuación titulada El retorno del Dr. Phibes (Dr. Phibes rises again, 1972), también dirigida por Robert Fuest y protagonizada por Vincent Price. En las mismas coordenadas argumentales y también con Price de protagonista, podemos encontrar la excelente Matar o no matar (Theater of blood, 1973) dirigida por Douglas Hickox, a la cual dedicaremos un artículo en un futuro próximo.
Por último recordar una de las líneas de diálogo del Doctor Phibes: Nueve la mataron, nueve morirán, ¡nueve malditos para la eternidad!, simplemente inolvidable.
Buenos esto es todo amigos/as de El Terror Tiene Forma.
Saludos.