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25 abril 2017

rawpower63

El hombre que podía engañar a la muerte (1959)

Poster de El Hombre que podía engañar a la muerte 1959
El deseo de ser inmortal, el anhelo de arrancarle a la muerte unos años más de vida, la locura de crear vida a partir de la nada o la necesidad de esquivar los estragos del tiempo y las enfermedades, han estado indisolublemente ligados al ser humano desde el principio de los tiempos. Transitar ése camino, en la realidad, es un poco difícil, pero la imaginación ha creado, para nuestro deleite, cientos de historias en las cuales ese anhelo se ve perfectamente expuesto. La literatura, con obras como Frankenstein (Mary Shelley, 1818), Herbest West, Reanimador (H.P. Lovecraft, 1922) o El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde, 1890), entre otras muchas, pusieron los cimientos; el cine ayudó a darles imagen y la ficción, por breves momentos, tuvo visos de espeluznante realidad.
El hombre que podía engañar a la muerte (traducción libre del título original), recoge varios de estos elementos adecuándolos al lenguaje cinematográfico imperante en esos años, no obstante, y antes de entrar en materia, es mejor explicar de qué va la película: George Bonnet (Anton Diffring) un brillante cirujano (y escultor atormentado en sus ratos libres) ha desarrollado en sus años mozos, ayudado por el profesor Ludwig Weiss, una especie de brebaje que le permite ser inmortal. El problema del tratamiento es que cada diez años tiene que pasar por una sencilla operación quirúrgica, con el fin de cambiar la glándula paratiroides, que le permita seguir existiendo. La operación siempre es llevada a cabo por Weiss, pero éste ha envejecido (se negó a tomar el tratamiento) y ahora, con un brazo completamente inutilizado por un derrame cerebral, es incapaz de llevarla a cabo. Acuciado por la urgencia de la operación, ya que cuanto más tiempo pasa más cerca está de una muerte horrenda, Bonnet tiene que acudir a un nuevo cirujano, el Dr. Pierre Gerard (Christopher Lee), para convencerle de que realice la operación. Paralelamente la policía está investigando la desaparición de una joven y bella mujer que era la amante y modelo de Bonett. Las pesquisas pronto se tornan absolutamente irreales pues una cadena de asesinatos sin resolver, que se remontan a muchos años atrás, apuntan a un solo sospechoso: George Bonnet. 
Anton Diffring, Christopher Lee y Hazel Court en una secuencia de 'El hombre que podía engañar a la muerte'
Producida por la mítica Hammer, este film, casi desconocido en nuestro país, llego en un momento álgido del cine fantástico en gran bretaña y pasó bastante desapercibido al coincidir en el tiempo con otras producciones que gozaron de más apoyo por parte del público y la prensa especializada. Dirigida por Terence Fisher, uno de los realizadores más emblemáticos de la productora, la película es una adaptación a la pantalla grande de una, poco conocida, obra de teatro escrita por Barré Lyndon, obra que ya había sido llevada al celuloide por Ralph Murphy en el año 1945 con el título The man in half moon street. Alejándose de sus temáticas más habituales, ya sabéis, revisitaciones a lo mitos más clásicos del cine de terror adaptándolos a los nuevos tiempos, nos encontramos en éste film con un Fisher bastante más formal y comedido de lo que era común en él. La estructura de la película es muy clásica y se sustenta en un guión poco elaborado y con grandes lagunas del, habitualmente brillante, Jimmy Sangster. Seguramente éste problema con el libreto es el mayor inconveniente a la hora de visionar el film, hay situaciones demasiado forzadas, personajes poco desarrollados (en especial el de Christopher Lee) y, por momentos, verdaderos despropósitos narrativos que son enmascarados por unos diálogos, bastante bien hilvanados, que llevan todo el peso dramático del film y salvan buena parte del metraje. 
Secuencia de 'El hombre que podía engañar a la muerte'
El film es una obra menor en la carrera de Fisher, pero no es una película mala ni mucho menos, estando por encima de otras bastante mejor consideradas; tiene bastante ritmo, algún que otro plano muy logrado y deja en el paladar ese sabor inconfundible en cualquier trabajo del realizador. Es conveniente mencionar la utilización de una paleta cromática llena de brillo y colorido pero que está atada muy en corto por el director, que espera los momentos adecuados y las secuencias claves, para desatar todo el poder del color y acentuar, de ésta manera toda la tensión acumulada durante el metraje. Esta utilización del color unido a una fotografía esmerada y un atrezzo muy meticuloso, son la pócima que permite al director salvar lo que, seguramente, en otras manos hubiera sido un desastre en toda regla.
Hazel Court, una bella mujer y una gran actriz.
Mención aparte merecen los actores implicados en el proyecto; por un lado tenemos a Anton Driffing, su interpretación de Bonnet roza la perfección, transitando con maestría entre varios registros interpretativos, su creación, a veces frágil e indefensa, a veces desquiciada, peligrosa y egoísta nos enseña las dos caras de la misma moneda, atrapando al espectador entre dos aguas, sin saber a ciencia cierta si tenemos que sentir  simpatía o repulsión hacia el personaje, pero teniendo claro que el film no sería el mismo con la ausencia de éste pedazo de actor. Por otro lado tenemos a Arnold Marlé que con su interpretación entrañable pero poderosa del profesor Weiss, crea un personaje que se enfrenta con su colega y amigo, intentando que entienda dónde están los límites naturales del experimento, intentando que abandone el camino de egoísmo, perdición y crueldad que lo están alejando cada vez más de la condición humana, abocándolo a una existencia interminable y milagrosa pero miserable. Por último Christopher Lee, su personaje no está muy desarrollado, pero, como es normal, su sola presencia impone, da coherencia, dignidad y logra hacer creíble la personalidad seria y pragmática, necesaria para dar vida al doctor Gerard. Estos tres actores conforman el triángulo dramático y cada uno, a su manera, logra que la película alcance momentos verdaderamente intensos. 
Arnold Marlé
Para finalizar decir que aunque la película no figure entre las producciones más conocidas y ensalzadas de la Hammer, es bien cierto que deja el listón de calidad bastante por encima de la media, por lo tanto se puede recomendar sin ningún tipo de rubor, no solo a los aficionados a está productora sino también a cualquiera que este mínimamente interesado por el cine fantástico en general.                   
Bueno por hoy ya está bien. Un saludo y hasta la próxima.



Ficha Técnica
Año: 1959 / Director: Terence Fisher / Productor: Michael Carreras, Anthony Nelson / Guión: Jimmy Sangster / Fotografía: Jack Asher / Música: Richard Rodney Bennett / Maquillaje: Roy Ashton, Henry Montsash / País: UK / Duración: 83m. / Formato: 35mm  / Proporción: 1.66: 1 / Color
Ficha Artística
Anton Diffring, Christopher Lee, Hazel Court, Arnold Marlé, Delphi Lawrence, Francis De Wolff / Sin acreditar: Ronald Adam, Marie Burke, John Harrison, Ian Hewitson, Gerda Larsen, Charles Lloyd Pack, Frederick Rawlings, Michael Ripper, Denis Shaw, Barry Shawzin, Lockwood West, Middleton Woods    




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