Segunda parte de la entrevista efectuada a Mae Clarke por Forrest J. Ackerman. A disfrutarla!!!!!
Entrevista a la novia del Dr. Frankenstein (parte 2) © Warren Publishing, New York
FJA: Corre una historia, que no sé si usted podrá corroborar o negar. Quizá no fue más que una invención de un agente de prensa, pero se dice que Boris Karloff, cuando estaba maquillado para representar al monstruo y tenía que salir del plató o de los estudios, iba con una especie de velo en la cara…
MC: Pudiera haber ocurrido. Yo no diría que no. Pero en ningún caso, si lo hizo, pudo ser en plan farsa o como una broma. Era una producción dramática muy seria, digna e importante, con gente muy profesional en el equipo, que sabía lo que se llevaba entre manos. Todos tratábamos de convertir la película en un acontecimiento de primera clase.
Ya sabe, una de las supersticiones entre los actores consiste en no aparecer jamás en público con el maquillaje de escena puesto…excepto para actuar claro. Nadie se dejaba ver por la calle con el maquillaje, ni encasa, ni en ningún sitio excepto estudio. No sé lo que ocurrirá hoy en día, porque las cosas cambian, pero en aquellos años teníamos tradiciones y costumbres que eran cuidadosamente observadas, e incluso esas supersticiones de que le hablaba eran tomadas muy en serio. Hoy se consideran un poco en plan anecdótico, pero antes, por ejemplo, a nadie se le consentía ni se le ocurría siquiera silbar en los vestuarios. Y si Boris pensaba que alguien de la calle podía ver su maquillaje, quizá hizo lo que usted me dice. Dentro de los estudios, puertas adentro, se considera que todos somos de la profesión, y esas cosas pierden importancia. Por eso mismo pasear por las calles de los estudios no es lo mismo que ir por New York o estar en un restaurante de lujo.
FJA: ¿Recuerda usted cuál fue su reacción la primera vez que vio a Boris Karloff maquillado de monstruo?
FJA: ¿Recuerda usted cuál fue su reacción la primera vez que vio a Boris Karloff maquillado de monstruo?
MC: La verdad es que asistí al desarrollo gradual de todo ello. Desde luego yo no estaba en el estudio cuando Boris y el magnifico maquillador Jack Pierce, de grato recuerdo, comenzaban su trabajo a las 5 de la mañana. Lo que es indudable es que trabajaban muchísimo los dos juntos, y digo “juntos” porque, si bien Pierce realizaba la mayor parte del trabajo, contaba con la colaboración de Boris, quien, con una paciencia infinita, probaba esto, y aquello, y lo otro y lo de más allá…Luego, cuando el director, James Whale, llegaba al estudio, se le consultaba, y él consultaba al resto del equipo, y se hacían varios intentos y rectificaciones antes de quedarse con la versión definitiva del monstruo.
Recuerdo el último cambio que se efectuó en el maquillaje. Por ejemplo, una de las últimas cosas en añadirse fueron los electrodos de la cabeza, que creo que fueron idea del director, que un día dijo que se necesitaban unos grandes tornillos que se suponía que sujetaban toda la estructura del cráneo, y otros dos en el cuello.
Recuerdo el último cambio que se efectuó en el maquillaje. Por ejemplo, una de las últimas cosas en añadirse fueron los electrodos de la cabeza, que creo que fueron idea del director, que un día dijo que se necesitaban unos grandes tornillos que se suponía que sujetaban toda la estructura del cráneo, y otros dos en el cuello.
Y luego llego el último cambio: cuando Whale hubo dado su aprobación final al maquillaje, pidió que lo hicieran completamente en verde. Un verde grisáceo, ceniciento. Pero lo más curioso es que la película no iba a rodarse en color. Era simplemente un efecto psicológico para el propio Boris y para todos los que lo rodeábamos. James Whale era un hombre muy sensible. Poseía el verdadero genio de artista para elegir colores, músicas, perfumes e incluso el momento de tomar el té y hacer un alto en el rodaje. Para todos nosotros fue una verdadera alegría y un inmenso placer conocerle.
FJA: ¿Tiene usted alguna idea acerca de la cantidad de material que quedó en la sala de montaje, perteneciente a la escena en que el monstruo ahoga a la niña?
MC: Pues no, la verdad. Yo no estaba tan conectada con la parte técnica y administrativa del estudio. Todos desarrollaban intensamente su propia actividad. Cuando el encargado de efectos especiales y el operador jefe estaban cuchicheando en un rincón, nadie se atrevía a molestarles. Me han quedado recuerdos, momentos aislados, pero yo tenía entonces 21 años y mis propios problemas personales, como llamadas telefónicas, compromisos, el trabajo de aprenderme los diálogos de Elizabeth, mi personaje en la película….Me concentraba solamente en mi trabajo y hay muchas cosas que no puedo recordar.
FJA: ¿Fueron necesarios muchos ensayos para rodar su gran escena, cuando el monstruo entra por la ventana, y usted grita y se desmaya?
MC: Sí, creo que lo normal, porque teníamos rigurosamente marcados todos los detalles. El público tenía que verle aproximarse a la ventana, desde el ángulo de la cámara, y ver que estaba allí, mientras que yo debía ignorarlo. El director había decidido que yo, para no verle, debía estar concentrada en algo, haciendo alguna cosa, para dar más suspense al momento.
Así que, en el instante justo, yo me daba media vuelta y el monstruo estaba ya en la habitación. Sus intenciones no eran amenazadoras, pero como no le había visto antes, debía tomar su avance como un ataque. Hicimos unos cuantos ensayos, y yo, poco a poco, fui metiéndome en situación, hasta tal punto que llegue a sentir verdadero miedo. Hicimos una primera toma. Creo que la sensación de realismo fue muy lograda porque yo comenzaba a estar verdaderamente asustada.
Antes de la segunda toma, le confesé a Boris que no sabía como iba a reaccionar en la segunda, porque todo aquello era realmente impresionante. El me respondió: Mira, vamos a hacer una cosa. Mi dedo meñique no será visto por la cámara, cuando des media vuelta y me veas en la habitación, mira hacia esa mano y yo doblare mi dedo. Quedará oculto para la cámara pero tú podrás verlo. Y como tú sabes que no hay ningún monstruo que se dedique a doblar el dedo meñique, estarás segura de que soy yo. Interpreta tu papel, sigue adelante como quieras, pero si llegas a sentirte insegura, fija tus ojos en mi dedo y eso te devolverá a la realidad. Y así lo hicimos. Fue una gran ayuda, y casi me hizo reír.
Pero, realmente, hubo un momento en que estuve asustada. Si aún actualmente la escena impresiona un poco, imagínese hace casi 45 años…
FJA: ¿Así que usted no vio la película terminada hasta algunos años después?
MC: Unos 2 o 3 años más tarde. Como le dije, estaba trabajando continuamente para dos estudios. Estaba saturada. Tenía que cumplir forzosamente mis compromisos, y los contratos garantizaban 40 semanas de trabajo al año, que eran pagadas tanto si se trabajaban como si no. Naturalmente, la productora procuraba ocuparme durante esas 40 semanas. Teniendo uno solo de esos contratos, una sabía que le quedaban varias semanas libres al año, pero con dos…bueno, me faltaban horas para todo. Estaba cansada y enfermaba continuamente, de modo que durante el año siguiente sólo realicé tres películas entre los dos estudios, siendo estrenadas las dos en la misma semana en Broadway debido al bache de trabajo que había tenido. Entonces me derrumbé definitivamente. Estuve enferma un año entero, es decir, no enferma, sino lejos del cine y recuperando fuerzas. Luego regresé, realice una carrera bastante larga y lo dejé definitivamente.
FJA: ¿Le sorprendió la reacción del público?
MC: Cuando me enteré de que las ambulancias se estacionaban frente al local en que se proyectaba “El Doctor Frankenstein” pensé: “Dios mío, ¿qué hemos hecho?” Yo creía que habíamos hecho una película buena e interesante, pero nunca imaginé que iba a producir aquellos efectos. Nadie de los que entonces formamos el equipo hubiéramos llegado a suponerlo jamás. Pensábamos haber hecho ante todo una historia dramática. No nos dábamos cuenta que habíamos creado un monstruo. Y, realmente lo habíamos hecho, un monstruo que acabó convirtiéndose en algo adorable.
FJA: Muchas gracias por conversar con nosotros.
MC: Gracias a usted por sus preguntas, señor Ackerman. Ha sido un placer recordar…
© Warren Publishing, New York
Bueno por hoy ya esta bien. Un saludo amigos/as de El Terror Tiene Forma, mañana más.