Son curiosos los años 30 y la competencia que existía entre las diferentes productoras con el objetivo de desbancar a la Universal del primer puesto que ostentaba orgullosa en el figurado podio del cine de terror y fantástico, también es curioso comprobar cómo muchos de estos productos, con el paso del tiempo, han llegado a tener tanta o más fama que películas más emblemáticas (o simplemente más conocidas) de la mencionada productora. Sea como sea, la película que hoy es la protagonista de la editorial fue una producción de la Paramount, surgida a la sombra de éxitos de taquilla muy cercanos en el tiempo, como puede ser la terrorífica El malvado Zaroff / The most dangerous game (1932). El asesino diabólico es un ejercicio cinematográfico brillante pero no redondo, sin embargo es una película que posee suficientes méritos para ser considerada una pequeña joya del cine fantástico, brillando con luz propia entre propuestas de similares características y ofreciendo unas cuantas secuencias dignas de pasar a los anales del sadismo más salvaje.
Para entrar en situación, nada mejor que un pequeño esbozo de la historia presentada:
El Dr. Eric Gorman (Lionel Atwill) está de safari en Indochina acompañado de su mujer Evelyn (Kathleen Burker), con el fin de conseguir animales para el zoológico del cual es co-propietario. Molesto con un ayudante que ha intentado seducir a su mujer, se lo lleva al centro de la selva, lo tortura y lo abandona para que lo eliminen los animales salvajes. De vuelta a la civilización y para evitar que su mujer lo abandone, mata a otro rival, con un ingenioso artilugio, en medio de una cena. A partir de ese momento tendrá que proteger su secreto y eliminar a cualquiera que se acerque a la verdad.
De buenas a primeras el guión no parece gran cosa ¿no?, la típica historia de misterio, drama y muerte al uso, pues sí pero no, la película gusta de transitar por diferentes géneros, de esta manera la comedia, insertada para rebajar el sadismo que rebosa la producción, que resulta ser lo más flojo de la función, se da la mano con las escenas más dramáticas, malsanas y morbosas siempre llevadas con pulso y brío por un gran Lionel Atwill, que encarnando a un hombre poderoso pero posesivo, brutal y corroído por lo celos, no duda en anteponer sus deseos por encima de todo, elevando con su actuación el listón de la película varios centímetros por encima de la media y llevando el ritmo absoluto de la historia. Paralelamente algunas secuencias con animales (muy de moda por esos años) muy bien resueltas y bastante creíbles junto a algunos toques de misterio e investigación tópicos, pero necesarios para el desarrollo de la narración, dan la forma final a Murders in the Zoo.
Por otro lado, la poca duración (poco más de 60 minutos) incide directamente en la agilidad del film. Como era habitual en el cine de los treinta y cuarenta, el director (A. Edward Sutherland) no se anda por las ramas, con una economía magistral de los medios que tenía, realiza planos rápidos y el resultado es un montaje conciso y directo al mentón (sobre todo en la primera media hora), consiguiendo que el espectador no se aburra en ningún momento. Una buena muestra de lo que acabo de mencionar es el travelling inicial de la película, que sirve para dar paso al título y (de paso) para presentar a los protagonistas, superponiendo sus rostros con diferentes especies de animales en función del rol, o personalidad, que tendrán en el film. Acto seguido la acción se traslada a la jungla y descubrimos al Dr. Eric Gorman abandonando, en medio de la selva, a un hombre atado. La víctima, sin pronunciar ningún sonido y con muchas dificultades se levanta e intenta huir, se acerca lentamente a la cámara y descubrimos el motivo de la total ausencia de sonidos, lo han torturado cosiéndole los labios. La siguiente escena pasa en un barco de regreso a la civilización, aquí el guionista y el director ya presentan otro nudo narrativo para enlazar rápidamente con los acontecimientos que tienen que desarrollarse en la ciudad y el zoológico posteriormente. Resultado de todo esto: en poco menos de un cuarto de hora, se nos ha presentado a los protagonistas del film, han dejado totalmente clara la maldad, el sadismo y la total falta de escrúpulos del doctor y han creado una continuidad para la historia. No se puede pedir más, directo al grano y conciso. Tiemblo intensamente solo de pensar en un posible remake de la película, estoy seguro que para lo que acabo de explicar, actualmente se necesitaría como mínimo sesenta minutos y aún quedaría algún cabo suelto.
Como he comentado al principio del artículo, la película no es redonda y no se la puede considerar una obra maestra, esto viene motivado, principalmente, por un par de problemas: primero, la segunda parte del film desequilibra considerablemente el resultado final (pierde bastante fuelle); segundo, el insoportable, por lo menos para mí, personaje del asesor de prensa, encarnado por el actor Charles Ruggles, que se pasa todo el metraje poniendo caras presumiblemente graciosas, hilvanando diálogos sonrojantes y rebajando la considerable tensión, que era una de las principales bazas de la película. La culpa de este desaguisado no es del actor, por supuesto, muchas de las producciones de esa época presentaban situaciones o momentos muy sádicos y malsanos que tenían que ser rebajados con la presencia de personajes graciosos para sortear la censura imperante, pero eso no quita que estas situaciones sean bastantes molestas para el espectador actual. De todas maneras si se quiere disfrutar de este tipo de producciones uno se tiene que habituar a estas situaciones y queda claro que la recompensa es bastante más grande que las molestias recibidas.
Algunas escenas a recordar:
-El primer plano del rostro del hombre con la boca cosida, espectacular.
-El asesinato de Kathleen Burker, arrojada sin contemplaciones por su marido al foso de los cocodrilos.
-La muerte del doctor Eric, aplastado por una inmensa serpiente.
Poca cosa más, recomiendo encarecidamente el visionado de la película, pues estamos delante de una de esas joyitas semi olvidadas que, cuando las descubres, te muestran su agradecimiento destapando espléndidas historias y memorables personajes que te permiten pasar un buen rato saboreando con fruición pequeños chupitos de puro cine.
Os dejo, con la ficha técnica y artística.
Un saludo desde el zoo.
Un saludo desde el zoo.
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FICHA TÉCNICA
Título: MURDERS IN THE ZOO (1933 / USA / 62′ / Blanco y Negro)
Otros Títulos: EL ASESINO DIABÓLICO (España) / VINGANÇA DIABÓLICA (Brasil)
Fecha de Estreno: 01/03/1933 (USA)
Director: A. Edward Sutherland
Productor: E. Lloyd Sheldon
Guión: Philip Wylie / Seton I. Miller / Milton Herbert Gropper
Fotografía: Ernest Haller
Música: Rudolph G. Kopp / John Leipold
FICHA ARTÍSTICA
Lionel Atwill, Kathlen Burker, Charles Ruggles, Gail Patrick, Randolph Scott, John Lodge, Harry Beresford, Jane Darwell, Samuel S. Hinds, Ethan Laidlaw, Edward McWade, Bert Moorhouse, Edward Pawley, Lee Phelps, Cyril Ring, Syd Saylor, Edwin Stanley, Duke York, Florence Wix
Título: MURDERS IN THE ZOO (1933 / USA / 62′ / Blanco y Negro)
Otros Títulos: EL ASESINO DIABÓLICO (España) / VINGANÇA DIABÓLICA (Brasil)
Fecha de Estreno: 01/03/1933 (USA)
Director: A. Edward Sutherland
Productor: E. Lloyd Sheldon
Guión: Philip Wylie / Seton I. Miller / Milton Herbert Gropper
Fotografía: Ernest Haller
Música: Rudolph G. Kopp / John Leipold
FICHA ARTÍSTICA
Lionel Atwill, Kathlen Burker, Charles Ruggles, Gail Patrick, Randolph Scott, John Lodge, Harry Beresford, Jane Darwell, Samuel S. Hinds, Ethan Laidlaw, Edward McWade, Bert Moorhouse, Edward Pawley, Lee Phelps, Cyril Ring, Syd Saylor, Edwin Stanley, Duke York, Florence Wix