Ben
Wheatley
es una de los directores destacados de la nueva ola de terror inglesa que ha
invadido las pantallas estos últimos años. A diferencia de otros compañeros de
generación, Wheatley, ni ha sido absorbido por Hollywood ni se ha quedado
anclado en el tumultuoso mundo del "directo a video", así mismo es un
director que ya cuenta con un numeroso grupo de seguidores y algunos detractores
debido a su particular concepción del fantástico. Sin haber visto todavía la
reciente A field in England (2013),
me cuento de momento entre los segundos, pareciéndome su carrera hasta ahora
demasiado estudiada para buscar el momento ideal para dar el salto al otro lado
del Atlántico.
"Turistas" (Sightseers, 2012) es su primera película
estrenada comercialmente entre nosotros, aunque su obra ya había sido
proyectada y elogiada en Sitges 2011 y 2012, precisamente en esta última
edición, la película que nos ocupa, ganó los premios de guión y actriz, algo
exagerado en mi opinión, ya que ninguno de esos apartados es realmente notable.
Lo que es innegable es que Wheatley gusta al público y la crítica, también está
claro que nos encontramos ante un autor con un discurso propio que consigue
hacer suyo el material ajeno que aquí se le presenta en su primera película de
la cual no es autor del guión. A nivel temático nos encontramos con algunas de
las constantes del cine de Weathley, desde los problemas en la relación de
pareja, pasando por los conflictos familiares, el humor negro, la fascinación y
efectos del paisaje y cultura inglesa en sus personajes, hasta cierto retrato
social, que al igual que en sus obras anteriores se presenta algo forzado. En
el aspecto formal también encontraremos diversas constantes como lo son el uso
de la cámara en mano, un uso impactante a la vez que realista del gore y cierta
tendencia al onirismo. En este último punto es donde el director logra sus
mayores aciertos, siendo la secuencia del sueño la mejor de la película y
pareciendo casi un tráiler de la posterior A
field in England; en este apartado es justo mencionar el excelente plano
subjetivo que aparece en la última escena de la película.
El problema viene que
quitando esto y el hecho de que la película se deja ver, poca cosa más llama la
atención. La historia de dos psicópatas cívicos que viajan por la Inglaterra
profunda haciendo de las suyas no acaba de ir hacia ningún lado; por una parte
el comentario social, como hemos dicho antes, es forzado y casi parece querer
ser una excusa para darle algo de contenido a la película. En cuanto a la
descripción de una pareja en crisis tampoco es muy afortunada ya que sus
conflictos están muy supeditados a sus comportamiento psicopático; posiblemente
en los conflictos familiares y en el terror es donde mejor se mueve Wheatley y
allí donde logra sus mejores momentos, pero por desgracia estos son pocos. Por
último, el humor de la película es muy personal y negro y hará gracia a los que
compartan ese sentido de la ironía con el director. A nivel actoral, los
intérpretes cumplen con su cometido, bastante bien, todo hay que decirlo, pero
no de manera excepcional.
Nos encontramos ante una película que
gustará a los seguidores de este particular director, pero que cuenta con el
problema de que será incapaz de atrapar o interesar a gente ajena su mundo. De
todas formas le seguiremos la pista, por si las moscas.
Alex Turol