Desde
luego este año 2012 está siendo especialmente trágico. Ayer al mediodía Tony
Scott decidió dejar este mundo y se lanzo al vacío desde el puente Vincent
Thomas en San Pedro, puerto al sur de Los Angeles, según un primer informe la
policía ha encontrado una nota de suicidio en el despacho del director, aunque
todavía no se ha hecho pública.
Tony
Scott será recordado por muchos de nosotros por ser uno de los primeros
cineastas en apostar por el cine espectáculo, no exento de calidad, sin
complejos ni excusas; su cine era adrenalínico y para muchos excesivamente
videoclipero, que alternaba sin pudor películas meramente alimenticias (con un
éxito comercial abrumador) con proyectos más personales. Sea como sea el
creador de films tan potentes como Revenge (1990), El Último Boy Scout (1991),
Amor a Quemarropa (1993) o El Fuego de la Venganza (2004) merece un
reconocimiento por su personal e intransferible sello. Para los aficionados al
cine fantástico o de terror Tony Scott solo nos dejo un film en toda su
trayectoria profesional, pero sin lugar a dudas El Ansia (1983) fue, y sigue
siendo, una de las cúspides del cine de vampiros de los años ochenta. En esta
película se condensaba todo el saber hacer profesional de este realizador y,
por lo menos para mí, es una autentica pena que no realizara más incursiones en
este género, pues su maestría y también su sensibilidad a la hora de afrontar el
género nos hubiera regalado muy buenos momentos a todos los aficionados a estos
manjares.
Descanse
en Paz.