Hoy recuperamos un artículo publicado en el año 2012 ya que lo he corregido / ampliado, además por la peculiaridad de la propuesta merecía una nueva vida... Os dejo con ella.
Con un presupuesto de 70.000 $ y un argumento como mínimo alucinado, Bob Clark junto a Alan Ormsby, que ejercía de guionista y actor, perpetraron en el año 1973 una extraña película titulada Los niños no deben jugar con cosas muertas (Children Shouldn’t Play with Dead Things). ¿Qué se esconde detrás de tan colosal (en todos los sentidos) título?, pues básicamente una película mala, pero mala de las buenas, es decir un divertimento alocado, por momentos intrascendente por momentos adecuadamente atmosférico, que juega con diferentes géneros para entregar al final de su metraje, sobre todo, unos veinte minutos verdaderamente poderosos, que como es normal han creado un culto alrededor de la película quizás hasta un poco sobredimensionado.
Con un presupuesto de 70.000 $ y un argumento como mínimo alucinado, Bob Clark junto a Alan Ormsby, que ejercía de guionista y actor, perpetraron en el año 1973 una extraña película titulada Los niños no deben jugar con cosas muertas (Children Shouldn’t Play with Dead Things). ¿Qué se esconde detrás de tan colosal (en todos los sentidos) título?, pues básicamente una película mala, pero mala de las buenas, es decir un divertimento alocado, por momentos intrascendente por momentos adecuadamente atmosférico, que juega con diferentes géneros para entregar al final de su metraje, sobre todo, unos veinte minutos verdaderamente poderosos, que como es normal han creado un culto alrededor de la película quizás hasta un poco sobredimensionado.
Como siempre una pequeña sinopsis
me servirá para presentaros la película:
Alan (Alan Ormsby), un director venido a menos, bastante toca cojones y desagradable, obsesionado tanto con la magia negra y el ocultismo como con las bromitas pesadas, obliga a su grupo de actores a acompañarlo a una desolada isla con el objetivo de, ayudado de un viejo grimorio, invocar a Satán, para levantar a los muertos que pueblan un cementerio cercano. Después de un par de bromitas, una invocación que parece fallida y unas cuantas risas del grupito, deciden ir a una casa cercana para pasar el resto de la noche, llevándose, de paso, uno de los cadáveres desenterrados. Pero los muertos han oído la llamada, salen de sus tumbas y deciden que tienen bastante hambre.
Como ya he comentado al
principio, la película es irregular e incluso insoportable en su primera hora y
pico; actores muy limitados, diálogos de patio de colegio, situaciones idiotas
y poco (más bien nada) de terror o tensión. Sin embargo en los quince o veinte
minutos finales se abandona la intrascendencia y se apuesta por una atmosfera
oprimente y algunos momentos de terror verdaderamente conseguidos. La
influencia de de La
Noche de los Muertos Vivientes en el
tramo final es notable, los protagonistas son sorprendidos por la horda de
muertos vivientes y se refugian en una casa, donde son acosados y poco a poco
masacrados. El paralelismo es evidente, pero ambas películas se separan en su
concepción y desarrollo; la película de Romero diseccionaba y criticaba la
sociedad que lo rodeaba, utilizando los muertos vivientes como un vehiculo
propicio para crear el entorno necesario. En el film que nos ocupa la venganza
(en la gran tradición de los cómics de la
EC) es la única excusa que se utiliza, por lo tanto el
resultado es mucho más liviano y superficial, dando un toque de moraleja que ya
en el título queda claro. Es conveniente mencionar que el film tampoco se
distingue por el gore o la violencia, más bien se decanta por conseguir una
atmosfera de pesadilla donde se abusa bastante de las escenas a cámara lenta
convenientemente envueltas en niebla y oscuridad.
Visto lo visto la pregunta es
obvia, ¿porqué este film se ha convertido en pieza de culto?, no es fácil la
respuesta; Los niños no deben jugar con cosas muertas es una obra
primeriza, un experimento gamberro sin demasiado sentido, una aproximación al
terror simple y llano de los cómics antiguos de género, donde toda acción tiene
una contundente y sangrienta respuesta de ultratumba; sin embargo el film
inhala y exhala un aire viciado que dota al conjunto de un espectro irreal que
consigue, sin saber muy bien porque, que el aficionado se sienta a gusto con la
propuesta y esquive todas las limitaciones de la obra, disfrutando de la misma
sin más consideraciones. Quizás sea la falta de pretensiones, quizás la
ingenuidad que transpira o simplemente sea el placer que procura el ver una
obra sin complejidades psicológicas ni cinematográficas, pero lo cierto es que
la película se puede ver con una gran sonrisa pintada en la boca.
Después de este film su director,
Bob Clark, ofreció a los aficionados algunas películas (más sólidas) de culto,
entre las que destacan Black Christmas (1974), Crimen
en la Noche
(Dead of Night, 1974) o la potente Asesinato por Decreto (Murder by Decree,
1979).
Hasta mañana.
Ficha Técnica
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Año: 1973 / Director: Bob
Clark / Productor: Bob Clark, Gary
Goch, Peter James, Ted V. Mikels /
Guión: Alan Ormsby, Bob Clark / Fotografía: Jack McGowan / Música: Carl Zittrer / Dirección Artística: Forrest
Carpenter / Maquillaje: Benita Friedman, Lee James O’Donnell, Alan Ormsby,
Judy Whalen / País: USA / Duración: 87m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.85: 1 / Color
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Ficha Artística
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Alan Ormsby, Valerie Mamches, Jeff Gillen,
Anya Ormsby, Paul Cronin, Jane Daly, Roy Engleman, Robert Philip, Bruce
Solomon, Alecs Baird, Seth Sklarey, Bob Sherman, Curtis Bryant, William R.
‘Bob’ Smedley, Debbie Cummins, Peter Burke, Chester Phebus, Stuart Mitchell,
Leo O’Donnell, Jack Sohmer, Sandra Laurie, Camille MacDonald, Brendan Kenny,
Jean Clark, Al McAdams, Stephanie Solomon, Carl Richardson, Jerry Hoffer,
Andy Herbst, Paula Hoffer, Trey Ward, Harry Boehme.
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