Hay películas que sin saber por qué, transitan tranquilamente en los anodinos campos de la indefinición, que enarbolan la tibieza como bandera, y que dan toda la impresión de que los principales responsables de la misma, o estaban de vacaciones o simplemente querían entregar un producto de buen acabado técnico y pasable nivel artístico, pero falto completamente de claridad, intención, definición, riesgo e intensidad.
No es nueva esta propuesta, la industria cinematográfica actual, salvo honrosas y necesarias excepciones, no se distingue por ser una tierra donde se apoye el talento y la creatividad; las apuestas son, a menudo, muy altas, por lo tanto se mide y se calcula el valor de una obra, más por su capacidad de retornar la inversión realizada y generar beneficios, antes que por su posible valor artístico; en estas condiciones no es de extrañar que la lista de películas de similares características sea abrumadora, convirtiendo la situación en una especie de bucle infinito, que no hace otra cosa que socavar los pilares fundamentales de cualquier creación artística, sea en el ámbito que sea, no siendo otros que descubrir nuevos caminos, imaginar nuevas propuestas e inventar nuevos conceptos, al margen de su posible comercialidad.
Todo este rollo viene a cuento ya que este fin de semana por fin he tenido tiempo de visionar El Rito. Me habían avisado, por activa y pasiva, de que la película no tenía demasiadas cosas que ofrecer, que era fallida en su propuesta y que no aportaba nada al, ya de por sí inmenso, imaginario de las películas sobre posesiones y exorcismos; ante semejante avalancha de comentarios, no me quedaba más remedio que ver la película y juzgar por mí mismo. La verdad, no me habían engañado, el film de Mikael Håfström, realizador sueco que ya nos había entregado películas como 1408 (2007) o Sin control (Derailed, 2005), ahonda en un caso de posesión demoníaca, supuestamente verídico, inspirado en el libro escrito por Matt Baglio, para intentar separarse de la influencia de películas anteriores, tan efectistas / efectivas, como El Exorcista o sucedáneos, ofreciendo un punto de vista más “real” y creíble; la idea no me parece mala, es más era un buen punto de partida para explorar otros caminos menos transitados e interesantes, pues profundizar en un punto de vista teológico disertando sobre el bien y el mal y la representación de esos poderes encarnados en Dios y el Diablo, es lógicamente un buen punto de partida, pues, en teoría, se apuesta más por sugerir antes de mostrar, por la creación de una atmósfera inquietante antes que por un diluvio de sangre y vómitos, en definitiva se trata de visualizar de manera normal un problema anormal.
Hasta aquí bien, el problemas surge, cuando el director no sabe transmitir, o no quiere decidirse, sobre el tono que debe mostrar, convirtiendo una buena propuesta en un amasijo o refrito de multitud de ideas ya explotadas anteriormente; por lo tanto la poca concreción desemboca en un sin fin de situaciones forzadas que recorren alegremente, sin demasiada profundidad, toda una serie de tópicos que van desde el ateismo contra la fe, la ciencia contra la religión, la realidad contra la fantasía, para desembocar como quien no quiere la cosa, en un final fácil que ni siquiera ofrece un guiño de complicidad para el aficionado al género.
El ritmo conseguido por el director es mucho más europeo que estadounidense, tanto la progresión como la lentitud a la hora de explicar ciertos giros de la historia dan fe de ello, logrando un constante climax – anticlímax que, a veces, logra un tono convincente e inquietante, y otras deviene en un desorientado aburrimiento. Es una estructura y una puesta en escena rara, a veces fría, que no consigue encajar cada elemento del film en su sitio correcto, por lo que los engranajes chirrían por falta de grasa que elimine la, ineludible, fricción que se produce entre ellos.
Por otra parte el film no logra esquivar los clichés más conocidos del género, por lo tanto los giros y torsiones de cuerpo y cabeza, las voces adecuadamente diabólicas, las transformaciones visuales efectistas o las insinuaciones sexuales bajo el cachondo punto de vista del Diablo (por supuesto) tienen su momento en la producción, curioso que una historia que se planteaba en las antípodas de estos trucos, acabe cayendo en ellos para ofrecer algún asidero consistente para los aficionados al género fantástico, en un inútil intento de animar la fiesta.
El apartado técnico (fotografía, etc...) está bien resuelto y trabajado; en cuanto a labores interpretativas tenemos a un grandioso actor como Anthony Hopkins en piloto automático, eso sí, él solito se basta y se sobra para aguantar el peso de la película, en el otro lado tenemos a Colin O’Donoghue que hace lo que puede (más bien poco) para ofrecer algo de intensidad y credibilidad a su personaje. Entre medio de ambos, actores como Rutger Hauer, Ciarán Hinds o Toby Jones dan lustre a los personajes secundarios, tan necesarios e ineludibles en el mundo del cine. Por parte femenina tenemos a una intrascendente Alice Braga, Marta Gastini que realiza con convicción su papel de poseída y a la hermosa Maria Grazia Cucinotta.
En definitiva, El Rito ofrece algunos hallazgos visuales y giros argumentales bastante interesantes, que, en ningún momento, consiguen esconder (ni siquiera disimular) la increíble mediocridad del producto final ofrecido; un experimento fallido bastante lejos de otras producciones similares y por supuesto a años luz de El Exorcista. Presupongo que El Rito estaba planificada como una apuesta clara para llenar cines con un público ávido de emociones demoníacas, pero, eso sí, inmersa en el blockbuster más al uso. Sin embargo, es obvio, que no consigue su objetivo; para el público aficionado al terror se queda muy corta, para el público fuera del género es muy dispersa, por lo tanto la temible tibieza que mencionaba al principio es la principal protagonista del invento, o sea, ni carne ni pescado, más bien una insípida acelga a medio cocer.
Hasta la próxima amigos/as de El terror Tiene Forma. Saludos!!!!
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Ficha Técnica
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Año: 2011 / Director: Mikael Håfström / Productor: Beau Flynn, Tripp Vinson / Guión: Michael Petroni, Matt Baglio (novela) / Fotografía: Ben Davis / Música: Alex Heffes / Dirección Artística: Lóránt Jávor, Stuart Kearns / Maquillaje: Trefor Proud, Gabriella Németh, Katalin Jakots / FX: Franco Galiano, Gabor Kiszelly, Fabio Ungher, Bence Arik, Massimo Di Palma, Attila Erczkovi, Tibor Skornyak, Dieter Sturm, Yvonne Sturm / Departamento de Animación: Anthony Rizzo, Aaron Schultz / País: USA, Hungria / Duración: 114m. / Formato: 35mm / Proporción: 2.35: 1 / Color / Presupuesto: 37.000.000 $
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Ficha Artística
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Anthony Hopkins, Colin O’Donoghue, Alice Braga, Ciarán Hinds, Rutger Hauer, Toby Jones, Marta Gastini, Maria Grazia Cucinotta, Arianna Veronesi, Andrea Calligari, Chris Marquette, Torrey DeVitto, Ben Cheetham, Marija Karan, Rosa Pianeta, Giampiero Ingrassia, Rosario Tedesco, Cecilia Dazzi, Attila Bardóczy, Nadia Kibout, Anita Pittito, Sandor Barandai, Fabiola Balestriere, Anikó Vincze.
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