Hoy recuperamos (corregido y aumentado) un artículo publicado en el año 2013, en estas mismas páginas, que recupera una de las películas que más y mejor ha sabido dar forma a la mitología y esencia de H.P. Lovecraft: Dark Waters.
Hay algunas películas que son (o se han convertido) en células aisladas dentro de los géneros o subgéneros del fantástico, son películas especiales que proponen visiones no comunes dentro de los parámetros habituales, son películas llamadas a ser, con el paso del tiempo, obras de culto referenciales, son películas, en definitiva, arriesgadas que nos regalan muchas cosas y que quizás por ese motivo permanecen condenadas al ostracismo más injusto. Dark Waters es una de ellas.
Este film estaba arrinconado en mi mente, tenía un gran recuerdo de él, pero un cierto resquemor me impedía volverlo a visionar, temiendo un envejecimiento sustancial de la obra y por lo tanto una decepción en toda regla. Pero el otro día, gracias a un comentario en fc, me entró curiosidad, y dejando de lado mis aprensiones iniciales me dispuse a visionarla de nuevo. La sorpresa fue mayúscula, la película conservaba íntegra su capacidad de aterrorizar, todas sus virtudes y sus defectos, que los tiene, seguían plenamente vigentes, por lo tanto no podía dejar pasar la oportunidad de hacer un post sobre ella.
La película fue una coproducción italo-rusa-británica estrenada en el año 1993, fue rodada en Odessa (las escenas de las catacumbas), la península de Crimea y Kiev; y es el primer y único largometraje, por el momento, de Mariano Baino. Dark Waters es una de las mejores películas que se estrenaron en los años noventa; fue una apuesta innovadora y no demasiado entendida por el público (sus problemas en la distribución, tampoco la ayudaron mucho que digamos), que se nutre de variadas influencias para crear un universo muy personal y rico. Es considerada, por muchos aficionados, una de las películas que más y mejor se ha acercado a la mitología Lovecraftiana, yo creo que es cierto, las imágenes y la atmósfera que posee son espectaculares y recogen a la perfección la esencia del maestro de Providence; el film teje una espesa madeja alrededor de un típico personaje que podría haber surgido de la imaginación del escritor: Elizabeth recibe una extraña carta que la impulsa a viajar hacia una remota región, una vez allí, descubre que se encuentra en un tétrico pueblecito costero habitado por peculiares lugareños, su destino es un apartado monasterio (situado en una isla) en el cual unas extrañas monjas realizan ritos paganos y esconden un terrible secreto, relacionado con un medallón y una deidad monstruosa que parece surgida directamente de los Mitos de Cthulhu; como podéis comprobar todo parece inspirado en el relato La sombra sobre Insmouth y no vais desencaminados. Pero no solo Lovecraft está presente, ecos de Hodgson y algunos destellos de Poe también son detectables en la obra; todo ello es combinado por Baino con múltiples referencias al fantástico con denominación de origen italiano, la fotografía de Mario Bava, el estilismo del primer Argento o la agresividad de Fulci son perfectamente asimilados y llevados a la pantalla, una perfecta alquimia cinematográfica que funciona con la precisión de un metrónomo.
Se entiende por lo tanto que la realización está calculada hasta el último detalle, el film basa todo su poder en los elementos visuales, sonoros y en la creación, por encima de otras consideraciones, de una atmósfera densa y escalofriante, en este escenario, sin duda, el film es una orgía para los sentidos; Baino no pretende ofrecer una historia ordenada y coherente, prefiere recrearse en los aspectos más oníricos para transportar al espectador al interior de una pesadilla. Diferentes elementos son utilizados para conseguir esa sensación de irrealidad, tenemos una iluminación mortecina que alimenta unas imágenes barrocas, donde las sombras tienen tanta presencia e importancia como los mismos actores, tenemos la utilización de velas para amplificar la sensación de desasosiego, el fuego es utilizado constantemente para destacar y recordar su poder tanto de destrucción como de redención, la lluvia (elemento constante durante todo el metraje) crea un manto tétrico para el desarrollo de los acontecimientos; unido a estos elementos visuales el director también juega con los efectos de sonido, el ruido de las olas rompiendo contra los acantilados es constante y sumamente amenazador, una cacofonía de gruñidos, chillidos y ruidos varios acompañan buena parte del metraje, acrecentado la sensación de angustia y desorientación, en fin un compendio de elementos que crean el vehículo perfecto para desarrollar una atmósfera, unas sensaciones y unas situaciones muy concretas, que rodean al espectador, lo desorientan y lo hunden en un círculo de horror sin final.
Todo lo explicado crea el núcleo principal de la película, sumado a estos elementos tenemos un argumento fragmentado y no del todo bien explicado, unos personajes ominosos pero no tratados con demasiada profundidad, una comunidad cerrada en sí misma y muy perturbadora, alguna secuencia gore y poco más. Es por lo tanto necesario decir que no es una película fácil para el espectador, tiene tantos detractores como defensores, con un ritmo muy lento y un argumento bastante incoherente, es necesario dejarse imbuir por la majestuosidad de sus imágenes si se quiere disfrutar de la misma, si se consigue, el camino a recorrer está plagado de ambientes oscuros donde el terror se destila lentamente y el horror se arrastra silencioso pero siempre presente.
Es para mí, como conclusión del artículo, una brillante joya de horror visual, un crisol de imágenes y sensaciones que explota en mil fragmentos delante de los ojos, logrando que su perturbador efecto sea más duradero de lo esperado.
Hasta mañana amigos/as de El Terror Tiene Forma.
Ficha Técnica
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Año: 1993 / Director: Mariano Baino / Productor: Victor Zuev, Paul Azov, Andy Bark, Nigel Dali, Svetlana Polyarush, Igor Trimasov / Guión: Mariano Baino, Andy Bark / Fotografía: Alex Howe / Música: Igor Clark / Diseño de Producción: Ivan Pulenko / Decorados: Nadezhda Lyubarskaya, Tanya Tokareva / Maquillaje: Mariano Baino, Hayden Hewitt, Lyudmila Kubalskaya / FX: Richard Field, David Mundin / País: Rusia, Italia, UK / Duración: m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.85: 1 / Color / Títulos alternativos: Dead Waters (USA), Temnye Vody (Rusia)
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Ficha Artística
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Louise Salter, Venera Simmons, Mariya Kapnist, Lubov Snegur, Alvina Skarga, Valeriy Bassel, Pavel Sokolov, Anna Rose Phipps, Tanya Dobrovolskaya, Valeriy Kopaev, Ludmila Marufova, Kristina Spivak, Nadezhda Trimasova, Georgi Drozd, Sergey Rugens.
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