…se ha matado a sí misma, ha sido un castigo de Dios, fue su mano justiciera…
Marta (Aurora Bautista) y Verónica (Esperanza Roy) regentan la posada “Las dos hermanas” enclavada en un pueblecito rural de montaña en la España profunda de los años sesenta. La tranquilidad de este rinconcito “idílico”, con sus paredes encaladas y sus normas de conducta no escritas pero sí aplicadas; es sacudido por el boom turístico y sus calles se ven invadidas por cientos de jóvenes de diferentes países. La muerte accidental de una de esas turistas, después de una fuerte discusión, motivada por tomar el sol en top less, con las dos propietarias de la posada, obsesiona de tal manera a Marta que a partir de ese momento, y considerando la muerte de la chica como una señal divina, inicia una cruzada contra la indecencia y el pecado. Envueltas en un fanatismo religioso extremo, las dos hermanas, cada vez más desequilibradas y obsesionadas, acumulan víctimas sin parar. La llegada de Laura Barkley (Judy Geeson), hermana de la primera víctima, desencadenará el principio del fin.
Justamente después de haber rodado la magnífica Pánico en el transiberiano (1972), Eugenio Martín, ejerciendo de director, guionista y coproductor, se embarcó en esta producción de carácter muy personal; alejándose conscientemente de las coordenadas estilísticas de su anterior obra, Eugenio articuló un film que pretendía, y consigue, denunciar la hipocresía puritana y la doble moral que campaba a sus anchas en esa España en plena explosión turística, un país que necesitaba una expansión económica, pero que se negaba a alejarse de ciertas normas de conducta caducas, fruto de años y años de represión y consciente ninguneo de progresión social. De esta manera la película retrata con ferocidad la falsa moralidad imperante en esos años, donde la iglesia hacía y deshacía a su antojo, forjando un catolicismo rancio y fanático, que poco o nada ha aportado al crecimiento normal de una población, una población sumida en un letargo inconsciente, abrazando como dogma de fe aquello de “mirar hacía otro lado”. El film muestra claramente las dos caras de la misma moneda, por un lado la obsesión encarnada en Marta, convencida de su justa caza inquisitorial, por otro, Verónica, la parte más débil de la pareja, dejándose arrastrar por los delirios de su hermana, adoptando el sometimiento hacia una personalidad más fuerte y por consecuencia convirtiéndose en cómplice de los asesinatos.
Alrededor de estos dos personajes la historia se desarrolla de manera muy sólida, conjugando de manera casi perfecta diferentes elementos, para ofrecernos una película que oscila entre la crítica social (género muy utilizado en nuestro cine) más descarnada y el cine de terror más efectivo, que no duda de utilizar la violencia, un turbio erotismo y una enrarecida atmósfera para impactar y conseguir la tensión necesaria durante todo el metraje. Eugenio Martín realiza un trabajo magistral, su manera de conducir las escenas y el excelente manejo de los resortes y el tempo narrativo (dilatándolo o contrayéndolo a voluntad), es digno de los grandes artesanos cinematográficos, un trabajo que incide en una puesta en escena propia, que no busca referentes sino que prefiere inventarlos y colocarlos en un contexto reconocible para todos, y que por lo tanto dota a este film de consistencia y lo convierte en un referente ineludible dentro del cine de género realizado en este país.
Una vela para el diablo está plagada de escena icónicas para cualquier aficionado, en un crescendo cada vez más intenso, podemos recordar a Marta con el camisón ensangrentado subiendo la escalera, cuchillo en mano, para cometer otro asesinato; o la delirante secuencia, con la misma protagonista, corriendo en medio de unos zarzales, inflingiéndose un auto castigo masoquista, motivado por la excitación uterina que le ha provocado la visión de unos chicos bañándose desnudos en el río o, por poner punto y final a este apartado, la escena de la cena en la posada en la cual una señora encuentra un extraño “tropezón” en su plato. Todas estas escenas, y algunas más, dan fe de la potencia visual y argumental del film, un magnifico primer plato sabiamente condimentado con cinismo y mala leche.
Una vela para el diablo está plagada de escena icónicas para cualquier aficionado, en un crescendo cada vez más intenso, podemos recordar a Marta con el camisón ensangrentado subiendo la escalera, cuchillo en mano, para cometer otro asesinato; o la delirante secuencia, con la misma protagonista, corriendo en medio de unos zarzales, inflingiéndose un auto castigo masoquista, motivado por la excitación uterina que le ha provocado la visión de unos chicos bañándose desnudos en el río o, por poner punto y final a este apartado, la escena de la cena en la posada en la cual una señora encuentra un extraño “tropezón” en su plato. Todas estas escenas, y algunas más, dan fe de la potencia visual y argumental del film, un magnifico primer plato sabiamente condimentado con cinismo y mala leche.
A parte de la perfecta actuación de la pareja protagonista, desfilan a su alrededor una serie de actores y actrices que, unos más acertados que otros, cumplen con su cometido dignamente; Judy Geeson esta suficientemente creíble, Lone Fleming pone picante a la salsa y Blanca Estrada, bueno, podemos decir que es su primera película y hace lo que puede.
Debido a su temática y su acida critica social la película fue severamente censurada, censura que sin embargo no pudo evitar una gran taquilla en nuestro país, lo que si se consiguió es que el film no tuviera una carrera internacional demasiado sólida, por lo que aun hoy en día, es bastante difícil ver una copia en buen estado.
Debido a su temática y su acida critica social la película fue severamente censurada, censura que sin embargo no pudo evitar una gran taquilla en nuestro país, lo que si se consiguió es que el film no tuviera una carrera internacional demasiado sólida, por lo que aun hoy en día, es bastante difícil ver una copia en buen estado.
En fin, no voy a extenderme más, Una vela para el diablo es una de las obras cumbres del cine de terror en nuestro país, un referente inamovible y una película que hace justicia a la labor, siempre digna, profesional y muchas veces brillante, de Eugenio Martín, director nunca suficientemente valorado. Totalmente recomendada, sin dudas.
Un saludo amigos/as de El Terror Tiene Forma.
Ficha Técnica
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Año: 1973 / Director: Eugenio Martín / Productor: Eugenio Martín, José Lopéz Moreno / Guión: Eugenio Martín, Antonio Fos / Fotografía: José F. Aguayo / Música: Antonio Pérez Olea / Maquillaje: Cristóbal Criado / FX: Pablo Pérez / País: España / Duración: 90m. / Formato: 35mm / Color / Títulos alternativos: A candle for the Devil, It happened at nightmare inn, Nightmare Hotel.
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Ficha Artística
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Judy Geeson, Aurora Bautista, Esperanza Roy, Lone Fleming, Víctor Alcázar, Blanca Estrada, Loreta Tovar, Montserrat Julió, Fernando Villena, Fernando Hilbeck, Charley Pineiro.
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