Siguiendo con los artículos dedicados al cine mudo, hoy me complace traer a estas páginas la que sin duda es la piedra angular del cine expresionista, me estoy refiriendo a El gabinete del Doctor Caligari (Das cabinet des Dr. Caligari, 1920). Situémonos un poco, recién acabada la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes guionistas, Hans Janowitz (un poeta de origen checo) y Carl Mayer, se conocen en Berlín, ambos comparten ilusiones y ven en la industria del cine la oportunidad de juntar en una misma película lo que otros artistas están haciendo en distintas disciplinas y, de paso, enseñar al resto del mundo lo que se cuece en la Alemania de la post guerra. Aprovechando una experiencia que había tenido Hans años antes en la cual casi había sido testigo del asesinato de una jovencita, y la común afición con su amigo Carl de visitar ferias cercanas, pronto dirigen su inspiración a la creación de un libreto que se pueda convertir en una película de terror. El proyecto es presentado al productor Erich Pommer que, entusiasmado, no duda en comprarles la historia y decide realizarla dentro de los cánones más vanguardistas del momento, o sea la corriente expresionista, y que a la postre convertiría al film en la primera película de la historia dentro de esos parámetros artísticos. Como primer paso, Pommer, decide encargar al diseñador Hermann Warm el arte de la película, así mismo los pintores Walter Reinman y Walter Röhrig serán los encargados de crear los decorados y pinturas que harán posible materializar las ideas del diseñador. Como segundo paso se decide contratar a Fritz Lang para llevar a buen puerto el proyecto, pero éste ya estaba comprometido con otro rodaje, a pesar de éste inconveniente, Lang, tuvo tiempo de sugerir la necesidad de incluir en el libreto un prólogo y un epílogo que justificara toda la historia. Finalmente el proyecto recayó en Robert Wiene, director de origen alemán muy involucrado en la escena teatral, experiencia que resultaría vital para la película y que indudablemente dio otro aire al resultado final. Después de algunas pruebas se dio luz verde al proyecto y el rodaje se inició en diciembre de 1919.
La película se estreno en Febrero de 1920 en Berlín, los críticos de todo el mundo la saludaron efusivamente, a partir de ese momento su leyenda crecería como la espuma, y la verdad es que no es para menos, El gabinete del Doctor Caligari es una experiencia cinematográfica en mayúsculas; desde su soberbia concepción del espacio, sus alucinantes decorados y pinturas, con la sensación de irrealidad que provocan, la paleta cromática escogida para cada una de las secuencias (ocres, verdes, azules y marrones) en un majestuoso alarde de imaginación; la turbación que provoca su exploración de la locura, el terror y por qué no, de la alienación del individuo frente a las fuerza que lo dominan contra su voluntad, luces y sombras de una existencia casi fantasmal, donde los protagonistas navegan por un paisaje oscuro, quebrado, laberíntico como la misma historia que se desarrolla delante de nuestros ojos. Todos esos elementos unidos forman y conforman una de esas extrañas películas que traspasan los límites del cine, convirtiéndose en auténticos oasis para los aficionados más sedientos.
Por supuesto la gran fortaleza visual del film se sustenta en la gran interpretación de sus dos personajes principales, que no son otros que Cesare el sonámbulo y el Doctor Caligari; Conrad Veit da vida a Cesare, y su interpretación es digna de los mayores elogios, una mirada, un gesto o un movimiento de Cesare provoca inquietud y terror a partes iguales pero, a la vez, también un poco de lástima, pues es un ser sin voluntad, que dominado por Caligari debe realizar actos infames que nunca hubiera llevado a cabo en condiciones normales, convirtiendo su catalepsia, casi en una especie de bendición para su alma. El Doctor Caligari es la presencia más oscura del film, manipulador, asesino, amoral, un ser envilecido pero con una personalidad poderosa que subyuga a los seres más débiles. Interpretado por Werner Krauss, se diría que había nacido para éste papel, despliega no pocos recursos interpretativos (algo teatral, por supuesto) para convencer y aterrorizar al espectador, sumergiéndolo en una pesadilla alucinada acorde con las distorsionadas imágenes que envuelven todas las secuencias, es simplemente magistral.
El trabajo desarrollado en el arte y la creación, merece mención especial. Todo el decorado, pletórico en sombras, recovecos, zonas muertas y ángulos distorsionados, logrados, gracias a los dibujos, pinturas o efectos de luces ideados a tal efecto, son magníficos. Todo está perfectamente ensamblado y planeado para crear confusión y desasosiego, un paralelismo maquiavélico con la mente del protagonista, con la intención de que el espectador no se limite a ver la escena, si no que también la sienta, la viva, sufra, en pocas palabras, ese desmoronamiento tanto físico como mental que el protagonista padece, por lo tanto la sensación de terror y de claustrofobia es en ésta película, plena y contundente.
Influenciada en su estética primaria por El estudiante de Praga (1913) de Paul Wegener y Stellan Rye y por El Golem (1914) de Paul Wegener y Henrik Galeen, el film va bastantes pasos más allá en su concepción de cine como expresión artística total, un ejercicio en el cual cada elemento individual refuerza todo el concepto general, un bucle, que al igual que en una pesadilla, nutre de múltiples formas todos los terrores que asolan al ser humano.
En cuanto a la realización su director, Wiene, juega con múltiples recursos y trucos, que si bien no son originales, sí que aportan solidez a la historia, de ésta manera los planos generales sirven como introducción y recreación de los espacios cerrados en sí mismos por el decorado, los primeros planos se utilizan para elevar la sensación de inquietud y resaltar determinados aspectos dramáticos de la trama, usando un fundido en negro que sólo deja en pantalla el rostro del actor o el punto sobre el que el director quiere concentrar la atención; por último mencionare la que sin duda es una de las escenas más impactantes de la película, heredada de George Méliès, Wiene utiliza la sobreimpresión en pantalla de la voces interiores que acosan a Caligari, para conseguir una escena espeluznante y una perfecta representación visual de la locura en estado puro, brillante es decir poco.
Bueno, poca cosa más, El gabinete del Doctor Caligari es un referente indiscutible del cine, traspasando cualquier género, y una de las pocas películas que, desde el principio al final, puede considerarse totalmente enclavada en el dogma expresionista. Como es normal, recomiendo encarecidamente su visionado, pues su influencia abarca numerosos campos y ha sido territorio abonado para muchos cineastas modernos, que han partido de ella para crear sus particulares universos cinematográficos, y si no que se lo pregunten a Tim Burton, por ejemplo.
Un saludo amigos/as de El Terror Tiene Forma.
Ficha Técnica
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Año: 1920 / Director: Robert Wiene / Productor: Erich Pommer, Rudolf Meinert / Guión: Hans Janowitz, Carl Mayer / Fotografía: Willy Hameister / Música: Alfredo Antonini, Giuseppe Becce / Arte: Walter Reimann, Walter Röhrig, Hermann Warm / País: Alemania / Duración: 77m. / Formato: 35mm / Proporción: 1.33: 1 / B/N, Muda
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Ficha Artística
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Werner Krauss, Conrad Veidt, Friedrich Feher, Lil Dagover, Hans Heinrich von Twardowski, Rudolf Lettinger, Rudolf Klein-Rogge, Hans Lanser-Rudolf, Henri Peters-Arnolds, Ludwig Rex, Elsa Wagner
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